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HISTORIA DE LA TRANQUILIZACION, ANESTESIA Y MIORELAJACION DE LOS TOROS BRAVOS: El Dr Zaldivar nos traslada al mundo del toro a través de enriquecedores ... EL MUNDO DEL TORO nº 5) (Spanish Edition)

Richard Lewinsohn, en su Historia de los Animales, publicada en 1952, describe
el germen primitivo de la idea que hoy tenemos de la captura de los animales.
No hay límite histórico entre saber si el hombre primero capturó los animales
para alimentarse, lo cual resulta lo más razonable, así como posteriormente,
para cubrirse, o para su crianza. Tal vez realizó ambos procederes
simultáneamente. El nacimiento de ese germen primitivo, cuando se conocen muchas de
esas admirables criaturas que comparten nuestro mundo, nos sumerge cada vez más en
sorpresas incontables del Reino Animal, ese mundo mágico que se inició hace más de 2 mil
millones de años con la aparición, por vez primera sobre la Tierra, de unas criaturas minúsculas
y unicelulares, llamadas protozoos, en los que ya estaba el principio de los sentidos ocultos
que desarrollarían los animales superiores, con sus asombrosos sistemas de comunicación,
apareciendo criaturas que producen su propia luz, peces que pescan peces, etc.
El pez pescador (Figura 3) que atrae a víctimas de menor tamaño, mediante una
excrecencia carnosa llamativa, ubicada en el extremo de su aleta dorsal; animales tiradores
y tramperos; cazadores de alta tensión, peces que generan electricidad, como la anguila
eléctrica, que habita en los ríos de América del Sur, capaz de producir una descarga de
intensidad suficiente para encender más de una docena de bombillas eléctricas de uso
doméstico. Sus baterías producen una descarga de unos 600 voltios con una corriente de
dos amperios, suficiente para mantener a raya a sus enemigos y cobrar algunas presas,
peces y ranas fundamentalmente. La descarga, que sólo dura fracciones de segundo, es
producida por miles de células adheridas a su sola. La batería queda agotada, pero al cabo
de una hora vuelve a cargarse, dispuesta de nuevo para el ataque o la defensa. (Figura 4).
Y es que, incontables millones de años antes de la presencia del Homo sapiens, esta
criatura singular que comenzó su existencia, según recientes y sensacionales hallazgos en
África del Sur, hace solo dos millones ochocientos mil años, ya estaban implantadas las
leyes de la naturaleza -especialmente las implacables leyes de la selección natural- que
exigían a todos los organismos ciertos medios protectores que le permitían sobrevivir. Unos
seres desarrollaron terribles armas defensivas y otros se valen de ingeniosos disfraces para
pasar desapercibidos, para entre todos construir un mundo donde el incauto acaba convertido
en alimento, y en ese desconcertante despliegue de mecanismos, aparecen también los
animales envenenadores (Figura 5), portando colmillos y aguijones siempre dispuestos a
provocar una muerte súbita.
La inteligencia del hombre no ha hecho otra cosa, hasta ahora, que copiar del Reino
Animal, pues en él están todos los fundamentos, limitándose a perfeccionar técnicas y
procedimientos ya utilizados. Los medios de los que el hombre se valió en un pasado remoto;
lanzamiento de piedras, flechas, lanzas y otros artefacto fabricados de pedernal o de sílex,

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