El Minervista (Spanish Edition)

El Minervista (Spanish Edition)

De lo que Boris Nicot tenía ganas, esa mañana, era de salir de su casa a recoger colillas de cigarrillo de calle en calle y de café en café. Prefería tomar este rumbo, arriesgándolo todo, en lugar de dirigirse a la imprenta a darle pedal a la minerva que venía operando en silencio en los últimos 39 días de sus 25 años de vida.

Y en pos de lo que quería, y entre decidido y receloso, comenzó a dar los primeros pasos. Con prontitud, se duchó, se secó de pies a cabeza, se amarró a la cintura la toalla, salió del cuarto de baño, prendió el radio, se afeitó los pelos zainos de la barba de seis o siete días y se dejó intacto el bigotito amarillo de fumador.

Enseguida, sentado sobre el borde de la cama, se puso su camisa blanca, una de las que había traído de la Casa Peraza a su armario unas semanas atrás, y se chantó, después de los calzoncillos de popelina blanca, uno de sus dos vestidos de paño, el negro de rayas cafés, y luego se calzó, sin medias, sus mocasines color uva y punta roma y se anudó al cuello su corbata gris carbón.

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